El hotel está muy cerca de una estación del metro por lo que se llega muy rápido a todos lados, lo malo es que es muy viejo, en mi estancia estaba descompuesto el elevador y la bañera estaba tapada y no se iba el agua, el baño era exageradamente pequeño. Uno de los días tome el desayuno ahí y por 9.50 euros me dieron pan duro con mermelada y café, lo que me pareció un robo. La persona del mostrador se porto muy amable todo el tiempo aunque casi no hablaba inglés, lo bueno es que hablo un poco de frances.