Ya había estado en otras ocasiones en El Puerto, pero nunca me había alojado aquí, lo veía muy "añejo".
A pesar de ello y ante la insistencia de buen hotel de algunos familiares, opte por alojarme en él.
En general, buenas instalaciones en los espacios comunes y con una decoración llamativa de anticuario. Un personal extraordinario y con una educación y atención excelentes.
Sin embargo, costaba localizar las habitaciones por la señalización un tanto escasa y poco llamativa. Lo que supuso más de una vuelta entre los distintos "itinerarios".
La habitación, corriente e impersonal, daba a un ojo de patio, estrecho.
El aire acondicionado hubo que apagarlo. Había que optar entre: poder dormir y pasar calor, o no dormir y estar "fresquitos". El ruido era más que molesto.
Aunque lo que más me llamó la atención fue el estado del cuarto de baño, limpio, muy limpio, pero donde se notaba el paso del tiempo y la falta de un mantenimiento adecuado, o de una modernización que reclama a voces, sobre todo, en los azulejos de la ducha.
¿Podría ser?
El desayuno, variado y completo, con una atención esmerada de las personas que nos atendían. Felicidades.
Otro elemento que cambiaría de sitio (seguro que no se puede), es la piscina. Demasiada umbría para mi gusto.