A pesar de ser una habitación interior no sentimos sensación de agobio y había suficientes puntos de luz como para que no echáramos de menos una ventana a la calle. Eso sí, al viajar en invierno pero no hacer excesivo frío, resultaba alta la temperatura de la climatización y, a pesar de tener un control en la habitación, no era posible bajar los grados lo suficiente o apagarla como para que se notara el cambio. En algún momento nos hubiera gustado poner hasta el aire acondicionado para refrescar un poco.
Por lo demás, el trato fue estupendo, la limpieza más que correcta y la ubicación excelente, con un mercado enfrente, supermercados en las cercanías y a 5 minutos de una parada de metro y la Casa Milá.