El hotel, precioso, las camas cómodas. Frente a un centro comercial, lo que resulta muy cómodo. Hasta ahí lo positivo.
El tema es que la camarera se metió a nuestra habitación por la mañana, a pesar de tener puesto el cartel de no molestar y de que NO queríamos que limpiaran nuestra habitación. A eso le agregamos que aunque el hotel estaba con muchas habitaciones vacías (ya que se veían pegados los sellos en las puertas), nos pusieron pegadita a nuestra habitación, una pareja con un bebé que lloraba como todos los bebés. Imposible descansar.