Ubicación estupenda. Instalaciones hermosas. Personal muy amable. Comida deliciosa. Sin embargo, se acumularon varios problemas pequeños: había confusión entre los camareros -o indiferencia- sobre a quién le tocaba atender qué zona: piscina, bar, restaurante, terraza. Lentitud en traer la cuenta del restaurante (de hecho, nunca llegó pese a que pidieron esperar, y debió ser reconocida y pagada durante el check out). Incertidumbre sombre quién entregaba y quién recibía las toallas para la piscina. La cerradura de la habitación de desarmaba y se salía de la manija junto con la llave. Un balcón con vistas, en la habitación, al que no se podía acceder porque "el cliente anterior se había llevado la llave". La habitación nunca fue arreglada (salimos a las 6:00 am y volvimos a las 12:00 mediodía y estaba como la dejamos). Uso de las áreas comunes del hotel (en concreto, el restaurante) para ruidosas fiestas privadas. Creo que el lugar es muy bueno, pero parece que puede ser mejor, en especial por lo que cuesta.