Fantástico hotel en el mejor enclave posible de Jerusalén.
Pero con algunas pegas en las habitaciones.
En el entorno de la habitación, alguien fumaba y el humo se colaba por el sistema de ventilación a nuestra habitación dejando un orrible olor a tabaco.
Por otro lado, las habitaciones que dan hacia la calle, son muy ruidosas porque se escucha el tráfico ya las personas que hablan y gritan por la zona.
El resto de servicios del hotel fué magnífico.